Una adaptación de The Sandman (Netflix), la célebre serie de cómics de Neil Gaiman, ha tardado 30 años en llegar a la pantalla, y no es de extrañar. Es una gran y audaz historia de dioses y demonios, tan profunda y rica que la idea de concentrar sus maravillas en 10 episodios parece ridícula. Sin embargo, esta es la era de la televisión de fantasía con un presupuesto que solo Netflix puede cubrir, con la llegada inminente de El Señor de los Anillos a la pantalla chica y el regreso del universo de Juego de Tronos en La Casa del Dragón. Con su temporada de debut, The Sandman puede estar orgulloso entre ellos, aunque como su malhumorado hermano mayor gótico.
El mago quiere aprovechar el poder de la Muerte para disfrutar de un poco de nigromancia y revivir a su hijo favorito, que murió en tiempos de guerra. En cambio, termina con Dream y lo atrapa desnudo en una esfera de vidrio en su sótano. Por un tiempo, el escenario de época se siente un poco oscuro como Downton Abbey, pero pronto se vuelve claro que es demasiado expansivo para apegarse a una época o género. A lo largo de la serie, el tiempo vuela y se ralentiza, y saltamos a través de diferentes períodos, ciudades y reinos. Todo se siente como mucho, pero funciona bien si prestas atención.
En parte, eso se debe a que el ritmo es contemplativo, no frenético. Una vez que se ha hecho el escenario y la construcción del mundo, tiene la confianza para tomarse su tiempo en las cosas importantes. Estoy seguro de que a muchos espectadores les encantarán sus elementos más fantásticos, desde una batalla de imaginación con Lucifer (Gwendoline Christie) hasta una linda criatura mítica llamada Gregory, pero encontré sus mejores momentos en los hilos más humanos, conversacionales y emocionales. Jenna Coleman es fuerte como la desordenada y dura Johanna Constantine, una contracción de John y Johanna en un solo personaje (o dos), cuyas pesadillas solo se comparan con sus deberes exorcistas.
El gran elenco es en gran medida excelente, con una capacidad impresionante para entregar líneas que podrían haber sonado demasiado literarias o complicadas, o ambas cosas, de manera que no suenen espesas ni antinaturales. Vivienne Acheampong como la mano derecha de Dream, Lucienne, Boyd Holbrook como la espantosa pesadilla ambulante de Corinthian y Kirby Howell-Baptiste como una muerte empática y de gran corazón, todos son fantásticos.
Thewlis es brillante como John Dee, ingenuo, cruel, serio y cínico, y protagoniza el mejor episodio de todos. Después de un espeluznante viaje en automóvil que se desarrolla como una película propia, Dee pasa un día y una noche en un restaurante, experimentando con su personal y clientes, empujándolos hacia una política de honestidad. Los sentimientos de cada persona se burlan de la superficie, y es horrible, fascinante y emocionante, con una extraña sensación de Twin Peaks. Este es seguramente un candidato para el mejor episodio del año, de cualquier drama televisivo, y el punto en el que The Sandman realmente se encuentra en su mejor momento, la exploración del mundo que existe cuando cerramos los ojos ya que muchas veces olvidamos.
Sin embargo, es fascinante desde el principio. Es transportador, juguetón a veces y ciertamente grandioso. Pero, sobre todo, está oscuro... no es una historia para niños, es un espectáculo para adultos. Para los fans, puede que haya valido la pena la larga espera, pero para los recién llegados al mundo de Sandman, hay mucho por descubrir.
Angel Lockward Cruz
