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Lockward: El futuro de las Altas Cortes de República Dominicana



Ángel Lockward


En este siglo, después de la promulgación de la Constitución del 2010 que creó las altas cortes, su designación por reparto político o auto asignación, sin excepción, ha sido un acto de vergu¨enza para la democracia y de penosa retribución al país.

A finales del siglo XX la Suprema Corte de Justicia, compuesta de gente honorable, era un monumento a la ineficacia gerontocracia, afectada además, por su dependencia presupuestal y política; la JCE, con su historia de cuestionamientos era una triste carga para la sociedad.

Es a partir de la Reforma Constitucional del 1994 que, con la creación del CNM se vislumbra una pequeña ilusión con la designación en 1997 de la nueva SCJ a la que por default, se dotó de independencia financiera y presupuestaria meses más tarde y tuvo a su primer gerente… con dinero y libertad de acción por la muerte de Peña Gómez, luego de Joaquín Balaguer y la debilidad político partidaria del entonces Presidente Fernández.

La designación de las nuevas cortes, Suprema Corte de Justicia, Tribunal Constitucional y Tribunal Superior Electoral constituyó todo un acontecimiento histórico del que 11 años después, tenemos un sabor amargo; la colocación de dirigentes políticos del PLD al frente de la SCJ no ha podido tener peores resultados para el país y para la misma organización, el TC constituido con lo que había en una materia que como la constitucional no se practicaba, ha ido desmejorando cualitativamente en cada nuevo relleno y el TSE, en sus dos designaciones, ha sido un fiasco total.

El Presidente Abinader ha dado muestras de querer hacer las cosas bien, no obstante que, como todo ser humano ha cometido errores, ahora tiene la ocasión de hacer una selección bien ponderada, algo que nunca se ha hecho.

Los jueces del TSE, corte que alguna vez debe ser eliminada porque es absolutamente innecesaria pasando sus atribuciones contenciosas (2%) de su trabajo cada cuatro años a una Sala de la SCJ o al TSA y sus atribuciones, no constitucionales, de arreglar actas del Estado Civil a los tribunales de Primera Instancia: Es un crimen que se haga venir a gente de Bohechio a la Feria para corregir un acta de nacimiento.

Ahora deben ser designados sus cinco miembros de entre 90 aspirantes: Ahí hay de todo, desde analfabetos en derecho, mediocres que quieren sonar, mucha gente que jamás ha escrito un párrafo y menos redactado una sentencia o enseñado derecho público… hasta unos pocos con méritos.

La cualquierización en el país –si se mide- nos daría tristemente un índice destacable en guinnes: Todos aspiramos a todo lo que produzca un sueldo del Gobierno… con el menor trabajo o rendimiento y últimamente, con derecho a una lujosa pensión, de manera que no es raro que haya tantos aspirantes.

Un día… y Luís parece ser quien tiene la oportunidad, la disposición y honestidad de hacerlo, la meritocracia debe alumbrar algunos de los oscuros caminos de la República; el electoral, por ejemplo, podría empezar ahora.

La Constitución –hecha a la carrera– no fija requisitos para ser miembros del TSE, hasta Chochueca califica; la Ley 29-11 aprobada inmediatamente después a instancias de la JCE, apenas dispone que sean: dominicanos, tener más de 30 años, no estar condenados y ser abogados con más de 12 años de ejercicio o docencia, en la judicatura o el ministerio público… y haber realizado estudios de derecho electoral o público.

Las mujeres y los hombres dedicados a la investigación electoral y a crear doctrina, no están contemplados. Empero ni esos requisitos simplones han sido cumplidos nunca, excepto por uno o dos en cada ocasión. La dedicación, el talento y la honestidad no han sido condiciones deseables.

Es probable que el autor de este Enfoque, junto a Genaro Campillo Pérez (EPD), sea el dominicano que más ha escrito sobre derecho electoral en el país, incluso mi tesis doctoral que, en un jurado internacional europeo valió sobresaliente cum laude, está dedicada a ese tema y, es quizás por ello que me consume la tristeza cuando veo que académicos, maestros del derecho, con publicaciones que son textos de enseñanza, honestos como pocos y con dedicación al servicio público, como Juan Alfredo Biaggi, se presentan vez tras vez y no resultan escogidos: Eso es avergonzarnos a todos y proclamar que el esfuerzo, la superación y dedicación al país, no son apreciados por los políticos que nos dirigen.

He visto con tristeza cómo la carrera judicial que puede dar lugar a acceder a las altas cortes, se convierte en un relajo ¿En dónde un cabo aspira a ser designado en el Estado Mayor? Sólo acá. Para aspirar a las altas cortes se debe cuando menos ser parte de una corte de apelación: Pero veo que, uno de los jueces mejor calificados, uno de los que más libros ha publicado, se presenta vez tras vez y nunca es designado, como es el caso de Rafael Ciprián… y no es el único.

El país puede entender que entre noventa aspirantes, al menos cinco califiquen, pero sería difícil comprender que analizando los méritos entre ellos no estén Biaggi –uno de los académicos y doctrinarios más completos del país- y Ciprián, uno de los miembros de corte más antiguos y preparados.

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