En esta semana, en la que se llevarán a cabo las primarias de los dos principales partidos políticos de la República Dominicana, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y, ante la clara imposibilidad de que el presidente Medina permanezca en el poder, observamos con mucha preocupación las muestras de desesperación e intolerancia, situación que nos llaman poderosamente la atención.
En primer plano, vimos la escogencia del único delfín suficientemente subordinado para generarle confianza al equipo del palacio nacional, pero que en nuestra opinión es un inorgánico precandidato a la candidatura presidencial que, a pesar de estar en control de toda la nómina pública, con la que nombran a los pocos que se alíen a su causa y cancelan a cientos de miles que no coinciden con ellos, generando más votos de castigo, por lo que continúa marcando muy bajo en las encuestas.
Un precandidato incapaz de analizar, discutir y discernir sobre temas trascendentales de Estado e indispensables para poder dirigir los destinos de una nación, con el que el pueblo no se siente identificado y, ante los sucesivos errores estratégicos electorales, seguimos viendo como dan claras señales de prácticas antidemocráticas.
Vemos como su intolerancia los lleva a cancelar de sus cargos a todo aquel que no es Danilista, todo el que no va a los actos del delfín y todo el que va a los de Leonel Fernández, pero además comienzan los acosos a todo el que adversa al Estado y hasta inician un intento por silenciar a los medios y programas que, como el de Marino Zapete, permiten que la población se entere de lo que realmente acontece en el país.
Apropósito de Zapete, ante una denuncia documentada y certificada por los propios organismos del Estado, nuestro histórico Procurado General de la República en vez de recoger esas pruebas, procesarlas, valorarlas y poner en marcha la acción de la justicia, lo que hace es, según cuenta Marino Zapete, destaparse a llamar al propietario del medio de comunicación para comunicarle que la “ciudadana” involucrada en ese escándalo de corrupción, junto al delfín del Danilismo, podría demandar al comunicador e incluso al propio canal de televisión. Sin dudas, una acción arbitraria, abusiva e impropia en gobiernos democráticos, aunque normal en una dictadura.
Con estas señales antidemocráticas, a pocos días de unas primarias, con mayorías bien definidas en favor y en contra de cada precandidato. Nuestra Junta Central Electoral tiene la responsabilidad histórica de ser el árbitro imparcial de este proceso democrático en el que claramente se desplazará del poder al Danilismo o, por el contrario, permitirá alguna práctica mal sana que pueda llevar a la Patria a unas impredecibles consecuencias, que pondría en riesgo la democracia.
Está claro, según los resultados de más de 20 encuestas de prestigio, que muy a pesar de la más impresionante campaña publicitaria a favor del delfín, la percepción de los dominicanos no ha podido ser cambiada para que por lo menos haya dudas de los seguros ganadores, en cambio, lo que prevalece es la seguridad de que el Danilismo y sus aliados, serán ampliamente derrotados.
Juan Mejía Betances
