Dr. Angel Lockward
El domingo 6,934,053 dominicanos debemos acudir a votar para elegir Ejecutivo y Legislativo, con un documento imprescindible conforme a la Ley 15-19, pero innecesario, que solamente sirve para la compra y venta de voluntades, el plástico de hoy, nació como una tripa en 1932 que se sellaba cada año al pagar el impuesto que contenía y, desde luego, la numero 1, serie palito, correspondió a Rafael Leónidas Trujillo: Entonces no se requería para el sufragio.
En la Era que cubrió casi 32 años de nuestra vida republicana, este documento junto a la Palmita – carnet del Partido Dominicano – y el del Servicio Militar Obligatorio, denominados “los tres golpes” el tránsito y la vida civil, eran imposibles: Inicialmente la cédula tenía dos propósitos, identidad y mecanismo de colectar impuestos.
A la caída del régimen la cédula siguió siendo el instrumento básico de identidad, pero perdió importancia como medio de recaudación y, como dependía del Poder Ejecutivo, recibió múltiples ataques en su uso electoral, por ello, nace en 1970 con la Ley 55, Registro Electoral bajo control de la JCE, que fundada en 1924, desde entonces dirigía las elecciones.
No obstante los cuestionamientos en los torneos electorales, no cesaron, a ellos se añadió el reclamo de que la Dirección General de la Cédula de Identidad pasara a control de la JCE, reclamo que fue atendido por Balaguer en el año de 1992 y, y a partir de entonces, los dos documentos se fusionaron en uno sólo, Cedula de Identidad y Electoral, las críticas sin embargo, continuaron.
Hasta la implementación de la “boleta única” se votaba en una del color de cada partido y, era fácil comprar la boleta del partido adversario: Ese fue entonces el mecanismo de fraude por excelencia; actualmente se habla de la compra y venta de cédulas, práctica que si bien se continúa, no hay evidencia de que tenga efectos eficaces en un porcentaje importante pues el voto sigue siendo secreto. Mayor impacto podría tener el dar dinero por votos a los marginales que lo venden para comprar alcohol o comida el día de las elecciones.
La Cédula de hoy es un documento bastante depurado que se puede obtener hasta un par de días antes de las votaciones, comprarlo parece una tontería, se requiere porque lo dispone la Ley, no porque haya necesidad, pues el padrón es en sí mismo, una cedula puesto que, contrario a hace unas décadas, ahora contiene la foto y cada dato del ciudadano igual que la cédula: Para ubicar e identificar al elector, no hace falta la cédula, está en elecciones solo sirve para ser comprada y vendida.
El fantasma del fraude que sigue amenazando la democracia, con, posibilidad informática de dislocamiento de los electores en el padrón, manual en el conteo de los votos y redacción de las actas en los colegios electorales y electrónico, al momento de votar – como en febrero – y en la transmisión, esta vez no es la única amenaza, sigue la tradición clientelar de los partidos en el Gobierno y, ahora, el temor al Covid 19 que puede generar abstención.
La Nación dominicana que tiene una sólida cultura electoral en términos de participación, en este certamen, por primera vez en toda su historia tiene otro motivo de entusiasmo cívico pues, en ocasión de una Acción Directa, que planteamos en el 2014 y que acogió el Tribunal Constitucional en el 2019, podrá elegir en forma directa a sus senadores y diputados.
Por ello, es oportuna la participación masiva, que todos cumplamos con nuestro deber de votar contenido en la Constitución ejerciendo el primero de los derechos consagrados en la República, pues de su ejercicio, conforme falló la Suprema Corte de Estados Unidos desde 1803, dependen los demás derechos y la salud de la vida del país.
Con la precaución que impone el protocolo sanitario, porque no es un día de camping, sino del cumplimiento de un deber patrio, todo el que no esté infectado, debe ir a votar que la crisis que heredara el nuevo gobierno, del Cambio que luce favorito, requiere de la mayor legitimidad.
Es el día de las votaciones en que somos más iguales: Un hombre o mujer, rico o pobre, es un voto, pero solo si ejerce ese derecho, quien no vota es un necio – que por incumplir su deber - no vale la pena, excepto si le resulta imposible.