Resulta interesante ver cómo muchas personas que han sido colocadas en posiciones de dirección por su preparación o su perfil profesional, se aterran al encontrarse con un equipo de amplia diversidad. Quizás incide en esto la llamada zona de confort que nos atrae para que evitemos movernos, tal vez se trata de la mochila emocional que traemos a cuestas que nos proyecta temores ante lo desconocido. Lo cierto es que los equipos con amplia diversidad representan un regalo no envuelto. Nos brindan la oportunidad de aprovechar todas las competencias de cada uno de nuestros colaboradores. El reto inicia con lograr identificar lo que podemos potenciar en cada una de esas personas que nos apoyan en el proyecto.
Una vez conocemos las fortalezas, las habilidades blandas y lo que más apasiona a los miembros del equipo, podemos tomar las decisiones más acertadas. Muchas veces el talento se esconde o permanece dormido porque tocamos una tecla diferente. Estimular la creatividad, tener la comunicación asertiva y trazar una estrategia, generalmente resulta en buenos resultados. De los equipos con amplia diversidad aprendemos a desarrollar nuevos líderes, aunque estos adopten un estilo de liderazgo distinto al nuestro. Del mismo modo, escuchando aprendemos cómo motivarles en su día a día, aunque como recurso nosotros también buscamos mantener nuestra motivación, es tan o más importante mantener el faro encendido, las personas reaccionan de manera distinta ante los diferentes estímulos o mecanismos de motivación.
Algunas personas se motivan con beneficios de estudios, otros con mejor rentabilidad del tiempo prestado a sus labores, algunos se motivan con un beneficio que apoye una meta personal (un deporte, una clase de arte), mientras que otros se ven más identificados con la posibilidad de disfrutar un tiempo extra de calidad junto a los suyos (tarde o mañana libre) como compensación. Dice John Maxwell que: como líderes tenemos que cambiar para poder lograr cambios, pues enseñamos lo que sabemos, pero reproducimos lo que somos, esto nos lleva a un liderazgo transformador. De esta manera, conciliamos la brecha generacional marcada por los ideales, los hábitos y las tendencias, haciendo un correcto aprovechamiento de las habilidades y las competencias que cada miembro del equipo tiene para aportar.
Resulta importante tomar en cuenta la personalidad de cada individuo a momento de asignar su rol dentro del equipo, esto opera como una medida preventiva de situaciones de clima, de tal suerte que colocando correctamente los recursos se logre un adecuado ambiente laboral. Aprovechemos el tesoro que nos ofrece la diversidad de nuestros equipos, potenciando la apertura ante los cambios que generalmente presentan los más jóvenes (teenagers), la prudencia de los más experimentados (baby boomers), la agilidad de los que son dinámicos, la espontaneidad de los adultos jóvenes (los millenials y los generación Y) y , el positivismo de los que despiertan agradecidos. Si tu equipo es variado, reúne varias generaciones y muchas personalidades distintas, te invito a valorar este tesoro que te reta a estirarte fuera de tu zona de confort y te robustece como líder.
Diomandy Castillo
