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Realidad política electoral



Pasadas las elecciones municipales y una vez el país entra en un estado de emergencia debido a la pandemia del nuevo coronavirus (que provoca la enfermedad covid-19), el panorama electoral ha tenido una transformación en términos de cómo hacer la campaña electoral en medio de una pandemia, situación esta que es inédita para los actores políticos del país.


Los principales partidos políticos del país, el PRM, el PRSC, el nuevo partido La Fuerza del Pueblo y el partido que ostenta el poder, el PLD, tuvieron que abocarse a un rediseño de todas sus estrategias, en vista de que las prácticas más comunes, tales como mítines, caravanas, concentraciones de masas y encuentros mano a mano, se encontraban vedados para los candidatos, debido al llamado de las autoridades y a las recomendaciones de la OMS para que se observe el distanciamiento social.


En este momento los asesores del oficialista Gonzalo Castillo, que sabían que su candidato era muy poco conocido por los electores, consideraron que esta sería la oportunidad para promoverlo, pero ante las carencias de talentos y condiciones para vender una propuesta de gobierno y mucho menos para sostener un discurso y convencer a los electores, optaron por la única alternativa que tenían y que tienen: el clientelismo y la demagogia política, que no es más que, aprovechando las carencias del pueblo, tratar de lograr un arreglo de intercambios de limosnas, dádivas y promesas falsas a cambio de su atención, con la esperanza de conquistar su voto. Pero se olvidaban de que lo hacían desde el partido político que más ha denunciado, criticado y condenado esta práctica, en donde su líder fundador, el profesor Juan Bosh, exhortaba al pueblo a coger lo que le dieran y a votar por su partido.


Desde el inicio de la pandemia, las condiciones electorales fueron cada día más desiguales, un gobierno que implementó un toque de queda, reglas de distanciamiento social y otras medidas tendentes a impedir que la campaña electoral se desarrollara con normalidad, sin embargo, su candidato no observaría esas reglas, sino que, muy por el contrario, las aprovecharía para estar solo en horarios en los que otros no podían salir, para él hacer supuestas campañas de desinfección y encuentros masivos, para repartir salamis, panes y otros artículos, en medio de concentraciones de personas que asistían a buscar lo que le daban y no del candidato.


Mientras el candidato opositor del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, cayó en la trampa del oficialismo y trató de competir, haciendo entregas de mascarillas, guantes y otros productos, pero en condiciones desiguales, porque el oficialismo cuenta con toda la maquinaria estatal para hacerlo a una mayor escala.


Entre tanto, el candidato de La Fuerza del Pueblo, el Dr. Leonel Fernández Reyna se concentró en sugerir y reclamar en nombre de los ciudadanos, ciertas acciones indispensables para controlar y manejar la crisis sanitaria y la crisis económica que se nos avecinaba, la mayoría de las cuales, más temprano que tarde, el Gobierno se vio compelido a adoptar. Además, se preocupó por traer instrumentos innovadores que contribuyeran con la desinfección de lugares públicos, así como clínicas y hospitales.


Entonces, los ciudadanos comienzan con un desapego a las dádivas y limosnas que les regala el gobierno y, al salario que solo podrán garantizarle por los próximos dos meses, a sabiendas del nivel de rechazo del actual gobierno del PLD.


Además, llega el momento en el que la mayoría de los medios de comunicación, los colectivos empresariales, las asociaciones de jóvenes y otras agrupaciones, comienzan a interesarse en las propuestas de los candidatos y, atendiendo a esto, les extienden invitaciones para que expongan sus programas de gobiernos, sus planes de recuperación del país, considerando la crisis económica provocada por la pandemia e incluso, se comienza a promover un debate presidencial; es cuando el clientelismo y la demagogia política pierden importancia, mientras que por el contrario las propuestas, la experiencia y la capacidad de los candidatos, resultan indispensables para consolidar o perder un liderazgo.


Hoy entramos al tramo final de la campaña, donde solo restan 30 días para las elecciones del 5 de julio en medio de una guerra de encuestas de posicionamiento, que independientemente de ellas, podemos ver a un PLD que ante la hemorragia de compañeros juramentándose en La Fuerza del Pueblo, todos los días, en todos los pueblos y en todos los barrios, trata de detenerla vendiendo una falsa imagen de un PLD fuerte que está en segundo lugar en las encuestas, mientras la única foto de juramentación es la de cientos de celulares en un centro de llamadas a encuestas digitales en redes sociales; también vemos a dirigentes de su partido que reconocen tener un candidato con cierta discapacidad; además se pone en evidencia que muchas de las propuestas hechas por su candidato, solo obedecen a demagogia política y que son imposibles de cumplir. 


También observamos algunas bocinas, los de más visión y experiencia, bajándole la guardia a los ataques que hacían a la figura del Leonel Fernández, mientras que otras bocinas, los que solo ven a corto plazo y solo atienden al dinero, abriéndole fuego a uno de los medios y a uno de los grupos empresariales de más prestigio en el país, en un afán desmedido de mitigar el impacto de noticias que obedezcan a la realidad política electoral.


El actual estado de emergencia parecería ser el último y la reactivación de gran parte de las actividades económicas resulta inminente, por lo que muchas de las desigualdades en el campo electoral tienden a desaparecer. Esto así, el candidato oficialista contará con la maquinaria del Estado, pero también con el desprestigio de él y de la mayoría de los funcionarios; sin dejar de mencionar su incapacidad para comunicar sus ideas y planteamientos.


Por su lado, el PRM tiene una nueva oportunidad de capitalizar el actual rechazo de la población al PLD y al candidato del Danilismo; pero, para esto, necesita generar una imagen de solución y no sólo de opción.


En cambio, Leonel Fernández sólo puede seguir su trayectoria de crecimiento y de fortalecimiento de sus estructuras, pues claramente él es visto como una solución y últimamente ha logrado generar la imagen de que es la opción y el camino seguro.


Economista y analista político


Este artículo salio originalmente en acento.com


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